Fue todo un reto pintar un autoretrato porque cualquier pincelada en la cara te aleja o te acerca a tu cara real, por eso hay que hacerlo con muchísimo cuidado, sobre todo la zona de los ojos, la nariz y la boca, que son los rasgos principales que definen físicamente a cada persona.
Al principio intenté hacerlo de colores mas parecidos a la piel real y no tan rosados, pero fue saliendo así y tampoco quedaba mal, así que lo dejé con un tono quizás demasiado rosa para ser real, pero combinado con el resto de colores, apenas difiere mucho de la realidad.
Lo que mas me costó pintar fue sin duda los ojos, sobre todo el derecho, porque no me salía la expresión y tuve que hacerlo y rehacerlo muchísimas veces hasta que me gustó mas o menos como quedó. Me di cuenta que los ojos y los labios marcan la experesión de las personas y que cualquier pincelada mal puesta, que agrande un poquito o adelgace los labios, los párpados, o los ojos, cambia la expresión y ya no te pareces tanto. Hay que hacerlo con mucho cuidado.
También fue dificil hacer el pelo, acertar con el tono marrón, y que pareciese pelo real, alborotado por el viento. Y pintar pelo por pelo me llevó bastante tiempo, pero no había otra manera de hacerlo.
Este trabajo ha sido útil para aprender que nuestra piel tiene un único tono, pero en realidad a la hora de pintarla, no la vemos como tono único sino que hay muchas carnaciones, partes mas oscuras, mas claras, mas rosadas, etc, que dan volumen a la cara y adquieren ese color según la luz que le de.
Después de pintar un autorretrato, volver a los bodegones va a ser algo aburrido y monótono, pero es lo que hay.
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