lunes, 26 de abril de 2010

EXPOSICIÓN ORAL: Monet y el impresionismo

CARACTERÍSTICAS DEL IMPRESIONISMO

El paisaje como tema principal: El paisaje ofrece un campo donde el interes de todos los impresionistas se ve concentrado: el aire libre, el contacto con la Naturaleza, el encuentro con la Luz. Ésta se verá modificada con el paso del tiempo y los matices colorísticos irán cambiando a medida que avanza el día. Dentro del paisaje, también es frecuente el tema de la representación del agua de la nieve y el hielo. Superficies en que los reflejos y los matices cromático-lumínicos se hacen infinitos. La aparición de la figura es menos frecuente, y si lo hace es rodeada de paisaje.(Ahora la figura es pretexto para representar el paisaje, mientras que en el Clasicismo había sido a la inversa). Ello no quiere decir que no haya escenas de interior cuyo máximo exponente es Degas, al que le preocupan temas como la danza o los caballos, ambos relacionados con la velocidad instantánea.
Ausencia de perspectiva: Los impresionistas eliminan el concepto de la perspectiva euclidiana que había regido el concepto de la pintura hasta entonces, es por ello que desaparece el "primitivo" punto de fuga. Apuestan por una pintura plana y bidimensional porque en realidad es como percibe nuestra retina.
Técnica: Los impresionistas se caracterizan por su técnica rápida, de largas pinceladas cargadas de materia pictórica. Esto fue duramente criticado por los más anclados a la tradición, llegando a decir que "los nuevos" estrujaban directamente sus tubos sobre los lienzos. De la última etapa de
Monet se dice que sus obras no son pinturas, sino más bien escultura sobre el lienzo. Consiguieron ofrecer una ilusión de la realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y yuxtapuestas.
Color: Los impresionistas eliminan de su paleta el color negro, lo hacen porque observan que las sombras nunca son negras, sino coloreadas. Al igual, el blanco puro no existe, sino que la luz lo carga de matices innumerables. Apuestan por el color puro, aunque pueden permitirse el mezclarlos directamente sobre la superficie del lienzo.
Los nuevos
pigmentos que usaban los pintores impresionistas era generalmente el óleo. Los pintores consiguieron una pureza y saturación del color hasta entonces impensable.
A partir del uso de colores puros o saturados, los artistas dieron lugar a la ley del
contraste cromático. Las luces pasaron de ser claras a ser saturadas y cálidas, resaltando el fondo. Podemos decir que, rompiendo con la dinámica clásica del claroscuro, más propio del dibujo, una sombra podría ser más intensa, clara y saturada que una luz y, sin embargo, seguir creando ilusión de sombra y profundidad. Para definir la forma, su riqueza de color les permitió afinar el volumen mediante más matices lumínicos, creando luces dentro de las zonas de sombra y sombras dentro de las zonas iluminadas recurriendo únicamente al uso del color. Un buen ejemplo del uso de los colores saturados para luces y sombras indistintamente lo encontramos en el cuadro La catedral de Ruán de Claude Monet. Este uso de los colores sería absorbido después por las primeras vanguardias, especialmente por el fauvismo de Matisse o Gauguin.
Los pintores impresionistas mostraron plásticamente lo que la
psicología de la Gestalt vendría a demostrar psicológica y científicamente más adelante: El uso de pequeñas pinceladas de colores puros resultó en un todo vibrante; y, aunque las pinceladas aisladamente no obedecieran a la forma o al color local del modelo, en conjunto —al ser percibidas global y unitariamente— adquirían la unidad necesaria para percibir un todo definido. Este recurso fue llevado al máximo por los neoimpresionistas, también conocidos como puntillistas como Seurat o Signac.
Se quiere que la obra reproduzca la percepción visual del autor en un momento determinado, la luz y el color real que emana de la naturaleza en el instante en el que el artista lo contempla. Se centrarán en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos y no en la representación exacta de sus formas ya que la luz tiende a difuminar los contornos. No les importa el objeto, sino las variaciones cromáticas que sufre éste a lo largo del día.
Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando colores primarios (azul, rojo y amarillo) y los complementarios (naranja, verde y violeta).
Al no trabajar en un estudio, se entendían mejor los efectos cambiantes de la luz y los colores en la naturaleza. Se utilizaban paletas de colores reducidas para agilizar las mezclas e intentar captar con mayor rapidez los efectos.


Centrándonos en uno de los artistas propulsores del Impresionismo:

MONET, OBRAS IMPRESIONISTAS A LO LARGO DE SU VIDA
Pintor francés con cuya obra el impresionismo alcanza su cima. Hijo de un modesto comerciante, a los 5 años se traslado con su familia a la localidad atlántica de Le Havre, donde muy pronto empieza a pintar con carboncillo. En 1855 conoce a Boudin, el pintor que le anima a iniciar su carrera artística, y un año después regresar a su ciudad natal.
(Eugen Boudin):
(Obra: Playa 51)


Se inscribió en varias academias, contacta con la pintura de Delacroix, Courbet y Daubingy y en tabla amistad con Pissarro y Renoir y los jóvenes artistas que componen más adelante el grupo de los impresionistas. En 1861 cumple el servicio militar en Argelia, país que encuentra fascinante a través del cual toma contacto con un mundo de luz y color revelador de nuevas emociones. Al año siguiente enferma y vuelve a Le Havre, donde continúa sus paisajes al aire libre junto a Boudin y Jongkind. Se traslada de nuevo a París y asiste a clases en el taller de Gleyre, junto con Renoir, Sisley y Pissarro. Con ellos deja París y se traslada a una aldea próxima a Barbizón, en el bosque de Fontainebleau. En 1865 inicia una composición en homenaje a la obra de Manet, pintor al que admira, pero que no llega a concluir ante los comentarios negativos de Courbet.
OTROS ARTISTAS Y SUS OBRAS:
(Pierre-Auguste Renoir):

(El Columpio 1876):

(Camille Pisarro):


(Boulevard Montmatre)


Su primera exposición en el Salón de 1865 pasa sin pena ni gloria; sin embargo, un año más tarde compone “Mujer en el jardín” con la que obtiene uno de sus primeros galardones, éxito tardío que no le ayuda a mejorar su dramática situación económica; ni siquiera logra impedir que sus cuadros sean embargados y mal vendidos en lotes.


La ayuda de Manet y del marchante Gaudibert le anima a no abandonar los pinceles y a partir de 1869 comienza a representar su tema preferido, la instantaneidad de la luz y el movimiento del rio, a orillas del Sena, donde en compañía de Renoir realiza numerosos estudios del paisaje y los embarcaderos, como “Los baños de Grenouillere en Bougival”.


En 1870 se casa con Camille Doncieux con la idea de residir en Trouville, pero ante la guerra franco-prusiana decide, como otros muchos pintores, huir de Francia. En Londres se reunió con Pissarro y ambos descubren los paisajes de Constable y Turner. La atmosfera brumosa del Támesis les fascina y confirman sus objetivos estéticos de captarla fugacidad de la luz en el reflejo del agua, como anticipa en “Puente de Westminster”. Acabada la guerra visita Holanda y recorre sus canales y molinos. Retorna a su país y se instala en la localidad de Argenteuil, donde permanece hasta 1878 y pinta de forma incansable la naturaleza y las riberas del río con una técnica de pincelada pequeñas, toques de color yuxtapuestos con una intensa luminosidad. En una corta excursión a Le Havre realiza la obra más emblemática del impresionismo, “Impresión, sol naciente” fechada en 1872. El cuadro se exhibe en la organización organizada en 1874 en la Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores.


Se trata de la primera exposición del grupo de los impresionistas, un grupo artístico renovador, que al ser rechazados sistemáticamente en los Salones oficiales, decide organizar una exposición paralela. El cuadro recibe la crítica burlona de un periodista que califica a los artistas con el término satírico “impresionista”, dando lugar al nombre del movimiento. Sigue viviendo en Argenteuil, pero en París también continúa parte de su producción y realiza, en recuerdo de Turner, la serie “La estación de Saint-Lazare”, cuadros que captan el lugar a diversas horas del día e instantes de luz y muestra los distintos efectos que provoca el humo de las locomotoras.


A estos trabajos siguen paisajes nevados, viajes y escenas urbanas, entre las que destaca “La calle de Montergueil con banderas” (1878), verdadero ejemplo de su técnica y colorido. En 1883 compra una casa y se instala en Giverny; surge entonces la serie de cuadros sobre álamos, como “Álamos a orillas del Epte” (1891). En busca de sensaciones atmosféricas y lumínicas comienza en 1892 las más de 30 versiones sobre la “Catedral de Rouen”, recogidas en distintos momentos del día.


Su estilo es ya algo fluido y transparente. En un nuevo viaje a Londres sigue el mismo sistema con “El Parlamento de Londres” o “El Támesis”.


Enfermo de la vista, pasa sus últimos años pintando en su casa de campo de Giverny, donde instala un jardín con estanque y realiza la serie de “Nenufares”, grandes paneles donde su estilo se hace casi abstracto, estilo considerado como la culminación del impresionismo.


Material de investigación empleado para este trabajo: Libros:
Pintores del siglo XIX (Editorial: libsa) Monet (Editorial: Minilibros de arte) Arte y percepción visual (Editorial: Alianza forma)




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