Aunque somos conscientes de una infinidad de matices, a la hora de nombrarlos contamos con un léxico realmente pobre y esquemático. Los lenguajes más evolucionados y cultos no poseen muchas palabras para designar los colores. A veces utilizan por asociación de ideas nombres de algunos objetos y, según el ámbito en que se desenvuelven, convienen en un número algo mayor de apelativos para expresar tonalidades.
Algunas culturas emplean únicamente dos nombres para todas las experiencias cromáticas: el blanco y el negro. De aquí en adelante otras van incluyendo antre ambos extremos de claridad los tonos cromáticos empezando por el rojo que es así el color mas diferenciado universalmente. A continuación se expresan el verde o el amarillo, uno u otro. Las culturas que cuentan con cinco términos diferencian estos últimos entre sí y las que poseen seis añaden el azul. A partir de ahí suele agregarse el término marrón, y luego ya el púrpura, rosa, naranja y gris. Así los lenguajes más cultos poseen como mínimo estas once denominaciones que podríamos entender como categorías. Con ellas expresamos nuestras experiencias añadiendo otros calificativos más para precisar mejor las intensidades o tonos.
La importancia del léxico es fundamental para transmitir todo tipo de experiencias y la pobreza del mismo para designar el color ha podido ser una continua fuente de equívocos y falsas interpretaciones del significado verdadero que se quería expresar. Por eso han estado probablemento durante tanto tiempo sin entenderse los filósofos con los físicos o los pintores cuando hablaban de colores.
Normalmente, según en que contexto nos estemos desenvolviendo, solemos entendernos pero también equivocarnos. Ocurre además que si en principio existen pocos nombres para expresar muchos colores, también unos colores pueden tener distintas denominaciones y, sib bien puede pretenderse con ello expresar mejor algún matiz, en la mayoría de los casos la idea que acabn por transmitir es la de un color muy amplio con falta de concreción.
La reducción tan elemental del léxico a pocos colores fundamentales tiene una razón explicativa de tipo cognitivo, en el sentido de que son solamente esos cuatro colores los que tienen una pigmentación característica o una diferenciación esencial desde las primeras fases del proceso perceptivo. No es extraño que todo lo demás aparezca como una combinación de esas sensaciones fundamentales aunque luego pueden variar muchísismo. También combinamos estos escasos téminos para matizar la expresión del color (verde amarillento, amarillo verdoso, rojo apagado, etc.)
La falta de precisión en el lenguaje puede ser debida a la fuerte reducción perceptiva en cuatro sensibilidades, pero también al hecho de que los colores no son cosas sino cualidades de las mismas.
Una precisión puntual en la determinación del color la hacen los físicos recurriendo a la longitud de onda dominante pero, sin embargo, usar esa numeración para expresar un color, si bien puede estar muy ajustada, a la mayoría de las personas no le dice nada porque los colores desde su percepción, están más en consonancia con las emociones que provocan que con la ciencia que los razona.
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